martes, 25 de octubre de 2011

COLUMNA


La Jaula de Dios


Jesús Pintor Alegre

Y bien, los dados se han echado , un cuadro verbal que nos proyecta, sin duda, al arribo inevitable de los dictados del destino, en cuando menos la verborrea que se suelta por parte de la religión católica, que nos dice que ya todo está escrito, y que nada hay que hacer no obstante los pataleos.
De esta forma, los perredistas, espantados de su destino por lo que sucedió este domingo, sorprendidos y por demás, no satisfechos porque el queso se les hizo polvo, piden la reposición de la elección que ellos mismos, solitos, se encargaron de hacer fracasar, y de plagar de irregularidades.
Es decir, para esta porquería, no necesitaron de coaliciones ni ayuda de la prensa, no requirieron de ayuda de mentes aviesas y diabólicas, para hacer lo que hicieron, algo de lo que ya nos habían dado un primer aviso, en 2008. Tal vez se requiera decir que para esto, deben limpiar su baño público. Pero bueno, si mezclamos los que nos dicta la Iglesia, también debemos esperar lo que diga el azaroso destino. Su destino.
Ese baño público y de mercado, que además de tapizado con todo tipo de geniales frases elucubrantes como «yo me eché a fulana» o «zutana le pone y bien», en las leyendas más decentes, hay excremento fuera de la taza de baño, y que se desborda de esa pulpa de la planta sin raíz.
Un escenario en donde nos explican, que de entre la inmensa inmundicia, los cerdos de esa granja amarilla, chillan como plañideras, y piden que no sean cochinos los otros, los de sus lados, en tanto los de los lados, piden a su vez que no sean cochinos aquellos que gritan, y luego allá y más allá, en una orquesta arrítmica y desprovista de tonos acariciantes.
Encimado a esto, nos llenamos este día, de otros gritos, pero de victoria, del gobierno estatal, que se llenan la boca al decirnos que ahora sí, en este estado del país de las Maravillas, va descendiendo la violencia, pues en lo que hace a los homicidios, que es punto final de la barbarie, registró un decremento del 46 por ciento.
Pero eso no cala, porque es algo a lo que nos han acostumbrado las autoridades y el resto de los políticos que están en todo, menos en donde debieran, como parte del juego del destino. Un destino del que muchos pudieran renegar, pero que se ha amoldado y se encuentra con aquello de que también todos son arquitectos de su propio derrotero.
Es decir, por un lado, le echan la culpa a que ya todo está escrito, y a lo nos tocó vivir, y por el otro, se acepta que es resultado de la acción propia, y construcción personal de todo esto que atravesamos, por lo que sin duda, lo merecemos.
En esta dualidad convenenciera, al rato será culpable Dios o el Diablo, y es que la Torre de Babel en que hemos convertido este mundo, carece, de cierto, de traductores, carece de guías reales, y todos hablan como mejor les parece, en un ritmo utilitario y cada quien jala por su lado en un acto inútil de dar a entender que se tiene la patente de la razón absoluta.
En este juego binario del destino, y la construcción del camino por propia acción, brinca una información que no puede sorprender a muchos, pues es un anuncio que ya desde hace años se viene manejando.
Y es el dato que se proporcionó este pasado lunes, en voz del presidente de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Francisco Valdés Galicia, en el sentido de que hay una alta preocupación por los sismos en el estado, pues dijo, cada vez nos encontramos más cerca de un terremoto grande, en la zona de la brecha de Guerrero.
Luego entonces y sin muchas vueltas, allí es donde se debería puntualizar para prevenir desgracias mayores. El profesional dio números: en 2010 se registraron 613 sismos mayores a 3.5 grados en la escala de Richter, y en lo que se lleva de este año, van 435, que representan el 16 por ciento del total de sismos registrados en el país.
Allí también se podría decir por parte de pesimistas, que de llegar ese sismo de grandes proporciones, es porque lo tenemos merecido, y que será lo que dé punto final a todo el desorden social, que junto con la delincuencia organizada, los de cuello blanco y los otros, entre amarillos, azules o tricolores, podrían presenciar un giro a toda su costumbre.
Pero por el otro, y de la gente atea, el sismo que se prevé, debe de ser el aviso oportuno para poner las barbas a remojar, con la consabida y necesaria aplicación de medidas reales para prevenir desgracias mayores, que bueno, en estos momentos ya no se sabe qué sorprende a la gente y qué no, ataviada de barbarie como adorno principal.
Lo que se debe puntualizar, es la urgencia por hacer real esa palabra que define a la gente agrupada: sociedad, que hasta ahora, de cierto, parece andar a la deriva, rascándose con sus propias uñas, y con sus fuerzas aisladas con que denota una debilidad galopante.

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