martes, 5 de marzo de 2013

COLUMNA


Peña Nieto vs. Gordillo 

Apolinar Castrejón Marino

 La llamarada de petate encendida por Enrique Peña, fue pronto rebasada por la renuncia del Papa, por la toma de protesta del gobernador de Jalisco y por las asambleas nacionales del Pan y del Pri.
¿Nos pasará lo que a los peces, que tienen poca memoria de corto plazo? Comen y comen sin parar, aunque ya hayan comido, porque no recuerdan que ya comieron, y mueren indigestados.

 Una vez pasada la espectacularidad de la noticia, y pasada la cadena de estupideces que dijeron los personajes públicos, empieza el razonamiento y la reflexión. Pero muy por sobre los sesudos comentarios de quienes cobran por «opinar» en la televisión y en los periódicos, está la opinión de la gente.
Entre los comentarios más razonables encontramos uno que describe el pantano en el que se metió Enrique. El acto que pretendió ser «justiciero» era completamente innecesario, pues podía haber gobernado dejando en paz a la maestra. Ella ya vivía en San Diego, ya había colocado a varios de sus familiares en el congreso y ya había caído a los peores niveles de popularidad, que la hacían el enemigo público número uno.
Si creyó que necesitaba un acto espectacular, debió encargárselo a alguien capaz, que supiera manejarse en los medios. Porque la presentación que hizo Murillo Karam fue realmente grotesca. Usted recordará que empezó como jugando con el micrófono, cambiándolo de un lugar a otro, en un claro indicio de nerviosismo.
Y luego cometió la majadería de decir a los periodistas invitados a la conferencia de prensa. «A ver, de una vez me dicen si me escuchan… porque luego me regresan cuando ya vamos muy lejos». Como si los periodistas tuvieran la culpa de los fallos en el sistema de sonorización. Y tales estupideces fueron cometidas por el procurador, en momentos que era necesario tener la aprobación de los medios de comunicación.
Durante la rueda de prensa, el procurador Murillo se colocó los lentes en la punta de la nariz, en un gesto realmente ridículo, que solo ocasionó que la gente se preguntara ¿No ganará lo suficiente para comprarse unos lentes bifocales?
Luego siguió la desatinada presentación que hizo el subprocurador, de la proyección de las investigaciones hechas por la «unidad de fiscalización». No sabía cómo señalar los puntos del diagrama de flujo que habían elaborado. Y le acercaron un dispositivo laser que nunca pudo utilizar. Los mismos miembros de la mesa lo miraban con un mal contenido gesto de compasividad. 
Ya con «la maestra» en chirona, viene lo peor. Enrique la pudo encerrar, pero aún está viva. Con todo lo que sabe, es muy peligroso el momento en que empiece a hablar. Gracias a ella, muchos son gobernadores, diputados y senadores. Ella supo invertir convenientemente grandes sumas de dinero en las elecciones.
Pero alguno de sus amigos, convenció a Enrique que «la maestra» era un peligro y que debía atacarla. Según sabemos por descubrimientos de los zoólogos, que cuando la manada de lobos se organiza para atacar a un rebaño de animales, escogen al más débil y se lanzan todos contra él. Así pueden cazar a presas muy grandes, muy veloces o muy feroces. 
Pero al parecer Enrique se equivocó con la maestra, pues no es la más débil. Ciertamente, no se cumplieron los augurios de que podría paralizar toda la educación e incendiar políticamente al país. Pero también es cierto que la captura de la maestra no resuelve ninguno de los conflictos en materia educativa.
Todo lo contrario, la gente se pregunta cuando Enrique atacará a los demás personajes de la larga lista de corruptos: El líder ferrocarrilero Víctor Morales, el ex gobernador de Tabasco Andrés Granier y el ex gobernador de Coahuila Humberto Moreira Valdez.
Las secciones sindicales de los estados de la república permanece intocados, a pesar de que muchos de los secretarios «generales» fueron impuestos por la Gordillo. Y sus familiares e incondicionales que se encuentran en las cámaras «gozan de cabal salud».

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