lunes, 6 de mayo de 2019

ARTÍCULO

90 Aniversario del natalicio de
Santa Cruz González Cortés
César González Guerrero
En memoria de quién desde muy joven, 16 años de edad, se dedicó a trabajar en Copala como arriero, campesino, comerciante, bracero, etcétera. Destacó como Presidente de la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material (1957-1960) promoviendo actividades cívicas, deportivas, culturales y políticas. Fue escritor; logró ocupar el honroso cargo de Presidente Municipal de Copala (1978-1980) en cuya gestión se construyen diversas obras como la plaza cívica, el parque infantil y el Merc
ado, así como también apoya a las comunidades con diferentes obras.
Fue gestor para la introducción del agua potable (1968-1972); gestor y fundador del Centro de Investigación de la Impulsora Guerrerense del Cocotero; apoyó la gestión de créditos a los campesinos; gestor de escuelas, centros de salud entre otras acciones más. Ocupó el cargo de Agente Fiscal en Marquelia de la Secretaria de Finanzas del Gobierno del Estado durante el periodo del Gobernador René Juárez Cisneros (1999-2005).
La fecha del 3 de mayo es propicia como para expresar muchas vivencias y convivencias que disfruté con mi padre, desde que nací y tengo uso de razón, hasta la fecha de su muerte. Sé que el espacio no es suficiente y debo ser respetuoso de ello, y no abusar de mi público lector. Por ello solamente trataré algunos aspectos que aun recuerdo de mi padre. Son tantas las cualidades que tuvo, que no puedo ni debo pecar de exagerado, esa no es mi intención.
Mi padre nació el 3 de mayo de 1929, una fecha inolvidable para quienes tenemos la suerte de ser sus hijos e hijas y formar parte de su familia. Pero también esta fecha, representa una oportunidad para quienes lo conocieron y lo trataron desde su niñez, juventud, adolescencia, hasta el día de su fallecimiento el 6 de septiembre del 2013 para rendir un homenaje póstumo. Creo que somos afortunados los hijos que disfrutamos de un Padre con más de 80 años. Es una dicha y un orgullo.
Para los hijos, no puede pasar desapercibida la existencia de un Padre o Madre de familia, al recordar este tipo de festividades, mas tratándose de un ser humano completo, en lo físico y en lo espiritual, deseoso de continuar luchando por la vida y por tratar de cumplir con todos sus pendientes.
Creo que, como es el caso de mi Padre, existen muchas personas más que, no importando la distancia ni donde se encuentren, merecen también nuestro respeto y reconocimiento. Donde quiera que se encuentren, amigos lectores, paisanos, familiares y amigos, quienes cumplen un año más vida este 3 de mayo, expreso mis sinceras felicitaciones, esperando sigan disfrutando de los días y los años que Dios así lo permita, lleno de bendiciones y rodeado de sus seres queridos.
En este marco de celebrar el 90 aniversario del natalicio de mi padre, quiero recordar que, cuando uno es un pequeño, valora tanto a los padres, que los vemos fuertes, sanos, dicen en mi tierra “llenos de vida”, tal parece que jamás se van a enfermar, mucho menos piensa uno que su fortaleza física, sobretodo, se va a terminar. Y sin embargo así sucede. Con el tiempo, el paso de los años “merma” esa fuerza y ese ánimo. Se terminan las cualidades y capacidades que nos dan las etapas más felices de la vida.
Hoy, a 90 años de su nacimiento, quiero recordar a mi Padre cuando, a mi corta edad, digamos a los 6 años, yo disfrutaba el hecho de observarlo en la casa, en la calle, en el campo, destacando las principales características de las 3 efes: fuerte, fornido y formal. Su rápido andar, su impecable vestimenta, su voz alta y el continuo silbar o “chiflar”, fueron muestras de su fortaleza que, “de lejos” sabíamos que estaba por llegar. Como campesino, la forma de “agarrar” el arado, el hacha, el espeque, la tarecua o el machete, fueron ejemplo para su servidor y mi hermano Javier. Lamento no haber aprendido, en ese tiempo, todas las lecciones que me dicto.
También recuerdo cuando los tres trabajábamos juntos, hasta muy tarde, en los terrenos del Carrizo y la Fortuna (mi padre, mi hermano Javier y yo), sobre todo los días sábados que no teníamos clases, en ocasiones, a medio día, entre las “matas” de maíz, dicen en mi tierra en los “carriles”, repentinamente, veía como mi Padre se despojaba de su camisola de mezclilla, totalmente húmeda por el sudor, aparecía la musculatura de sus brazos, y con ella misma se limpiaba el sudor de la cara.
Ahí, en el campo de la batalla diaria, todas las tardes después de ir a la escuela, mi Padre, desde muy pequeños, nos enseñó que, solamente el trabajo te da todo, te dignifica y te forja. Con esfuerzo y sacrificio aprendimos a sembrar y a cosechar una gran variedad de productos, utilizando previamente, en algunos casos, el llamado “pachole”, tales como: palmeras, maíz, frijol, arroz, tabaco, algodón, ajonjolí, Jamaica, melón, café, sandia, plátano, etc. etc. Pero también a sembrar árboles de tamarindo, nanche, mango, guayaba, guanábana, limón, etc. etc. Sin duda ahora, junto con los nietos y biznietos, disfrutamos aun, de algunos de esos productos sembrados hace más de 60 años.
Por eso es importante decir, en esta fecha histórica para nosotros, que nuestro Padre no solo fue eso, sino también fue un Maestro, porque lo que aprendimos con él, no se aprende en las Escuelas. Lo que aprendimos en la vida diaria, es parte complementaria de la teoría que recibimos en las escuelas. Por ello, creo yo que mi Padre también cumplió con su función de Maestro.
Podríamos seguir anotando muchas otras cosas importantes de lo que mi Padre nos ha heredado, y no me refiero a los bienes materiales, sino más bien, me refiero a los valores morales que junto con mi Madre Cohinta Guerrero Aparicio (EPD) nos inculcaron desde niños. Esos no se olvidan jamás.
En esta fecha, quiero reiterarle a mi Padre, donde quiera que se encuentre, que sus hijos e hijas, nietos y biznietos, y quienes en vida lo apreciaron y amaron, recordamos su fortaleza física y espiritual, sus buenas obras y acciones, esperando que en  el  infinito siga cosechando triunfos. Descanse en Paz.

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